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Akenatón era hermafrodita

La combinación de rasgos masculinos y femeninos que aparecen en las estatuas y relieves de Akenaton, esposo de la legendaria Nefertiti y padre de Tutankamon, han revelado que el faraón egipcio pudo haber sido hermafrodita. Akenaton tenía curvas de mujer pese a que sus órganos reproductores eran los de un hombre.

Así lo asegura un grupo de investigadores médicos estadounidenses, quienes recuerdan que, a pesar de no haber sido el más varonil de los faraones, Akenaton tuvo al menos media docena de hijos.

Irwin Braverman, investigador de la Universidad de Yale, ha defendido esta audaz tesis en la conferencia anual sobre la muerte de personajes históricos que tiene lugar en la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland, tras haber analizado la morfología de las figuras del faraón.
Aunque el hermafroditismo es compatible con los rasgos físicos y faciales que se observan en las representaciones de Akenaton, Braverman y su equipo reconocen que no tienen ninguna prueba directa que avale su teoría. Para ello necesitarían que las autoridades arqueológicas egipcias confirmaran cuál es la tumba del afeminado faraón y que les dejaran estudiar los restos de ADN que quedan en ella.

Según los investigadores, la forma femenina de Akenaton se debía a una mutación genética que hizo que su organismo convirtiera más hormonas masculinas en femeninas de las necesarias. Además, se supone que la cabeza del faraón era deforme por una enfermedad que hizo que los huesos del cráneo culminan su desarrollo completo a una edad muy temprana.

El faraón tenía, por tanto, «un aspecto andrógino. Sin embargo, pese a poseer un físico femenino con amplias caderas y pechos, era un hombre muy fértil, tanto que llegó a tener más de seis hijos, entre ellos Tutankamon», señala Braverman, quien ha utilizado diferentes obras artísticas para completar sus estudios de Akenaton.

Braverman, especialista en estudiar la salud de las personas a partir de sus retratos y representaciones, imparte clases en la facultad de Medicina de Yale en las que utiliza las obras del Centro para el Arte Británico para enseñar habilidades de observación a estudiantes del primer año.
Por su parte, el egiptólogo Donald B. Redford, ha afirmado que Akenaton pudo haber sufrido el síndrome de Marfan, un desorden genético que se caracteriza por producir formas alargadas, incluyendo en los dedos y en el rostro.
«Al visitar hospitales que tratan a pacientes con esta enfermedad, hemos podido fortalecer nuestras teorías, pero es posible que aún sean muy subjetivas», ha señalado el profesor de estudios mediterráneos clásicos y antiguos de la Universidad Penn State a la cadena estadounidense Fox News.

Otros científicos especulan que el faraón y su linaje pudieron haber padecido el síndrome de Froehlich, que hace que las grasas corporales se acumulen en zonas típicamente femeninas, como la cadera y los pechos, además de esterilidad. Según afirma el investigador de Yale esto no se ajusta al perfil de Akenaton, que sí tuvo descendencia.
También se ha sugerido que el faraón sufría el síndrome de Klinefelter, un mal hereditario que causa ginecomastia o crecimiento del pecho masculino.

Además de ser el esposo de Nefertiti y el posible padre de Tutankamon, Akenaton es conocido por innovar la estructura religiosa durante su reinado: fue quien introdujo una forma de monoteísmo -el Atonismo, en torno a un dios Sol- en el antiguo Egipto, donde reinó a mediados del 1.300 a.C.

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