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Isabel Pantoja bella o bestia

La dualidad del ser humano. El ying. El yang. Tu parte hipermona con tu font du teint melocotón y tu rímel. Tu parte bestia o, en mi caso, mostrenca, comiendo Perrinat a falta de una lonchita de chopped que llevarse a los morritos. La belleza interior bajo capas de pelos y pelos y más pelos. O sea, como Isabel Pantoja. El amor que supera todas la barreras... 

Qué bonito, pussy. Lo que me sugiere a mí La Bella y la Bestia no lo sabe nadie. La peli me la sé de memoria. Rayé el DVD, no os digo más. Diréis: «Imposible, los lectores digitales no dañan los soportes....» Mira, Billys Gates de los coj... Se rayó y punto. La Bella y la Bestia es una maravilla en technicolor. 

Por eso, la llegada del musical a la Gran Vía madrileña no es que haya sido un hito en mi recorrido vital, ha sido mucho más. Ahí queda. Y encima, todos los invitados sintieron la misma fuerza interior que yo y decidieron emular a su personaje favorito. Unos a Bestia, pero con su corazoncito, y otros a Bella, pero con su cardado. 

La verdad es que ojo lo que gusta Bestia en estos lares. Leticia Sabater, por ejemplo, debe ser súperfan del personaje. En rubio. Una bestia albina, claro, pero con cañote negro a juego con el vestido-joya de Sfera. Acudía junto a su novio... ¿Ése con el que jugaba a la brisca en Ibiza este verano? Ése. 

En cambio, Marlene Morreau, no consiguió un disfraz tan ideal. Ella querría, digo yo, ir de Bella pero, nenas, no le salió. Ese pecho, que eso no es un pecho, eso es una línea de flotación, le condujo a emular a la ama de cría de Bestia, que no sé si sale en esta versión teatral... Dafne Fernández era Bella. Y Lydia Reyes, también. En su versión folck, obviously. Y Santiago Segura, Bestia. 

En cambio, Ángela Carrasco, con gorra, que, reina, eso te hace sombra en un photocall, no la vi yo ni lo uno ni lo otro. ¿Querría ir de tetera? A mí es un personaje que me priva... Es que la vajilla que sale en el musical es preciosa. Ni en Limoges. Y Pepe Viyuela, que lo sabe, optó por ella porque tiene la misma carita que el candelabro. Hablando de candelabros, creo que a Mercedes Milá casi la descalabran. Para que digan que no hay justicia.

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